TIEMPO DE GRACIA

 

Introducción 

¿Le gustaría que su cuerpo no tuviera sensores de dolor?

¿Le parece que las terminales nerviosas son sus enemigas?

¿Le tiene miedo a la intimidad porque más de una vez ha salido chamuscado?

¿Ha dejado de hacer intentos en la vida porque ha fracasado muchas veces?

¿Tiene miedo de orar porque se siente demasiado culpable?

¿Siente que está condenado a una vida de fracaso y frustración? Entonces, este librito es para usted. Se basa en versículos de los salmos.

El libro de los Salmos se diferencia de todos los otros libros de la Biblia en que en él Dios nos ha dado literatura devocional personal para casi todas las situaciones humanas.

A diferencia del resto de la Biblia, contiene historia, cartas, sermones, biografías, y drama poético, una gran parte de los salmos están escritos en primera persona.

Dios le ha dado a usted un vocabulario para que lo use en la oración.

Después de que haya leído los Salmos, sabrá como hablarle a Dios.

A veces los escritores se regocijan en los poderosos hechos de Dios; a veces gimen de dolor. A veces hay un final feliz; a veces no se resuelve el suspenso.

Pero, en los Salmos, usted va a encontrar constantemente tres cosas: declaraciones sinceras sobre cómo se sienten en realidad los escritores, emocionantes recuerdos de lo que Dios ha hecho por su pueblo, y las promesas de Dios para nosotros, sólidas como una roca, cuando estamos en dificultades.

Aquí encontrará palabras tomadas de los Salmos para cada día de su mes, palabras ungidas y bendecidas por Dios, para ayudarle a ver más claramente, a entender más los propósitos de Dios, y a confiar más profundamente en él para todo lo que necesite. 

Se va a sentir mejor. ¡Entre! ¡Escuche!

Mi Cuerpo: Me duele “Las cosas ocurren”.

Una vez vi esa frase en una calcomanía pegada a un parachoques. A nuestro cuerpo le pasan cosas.

Algunas personas que conozco bien han estado en accidentes de tráfico, en accidentes deportivos y en accidentes caseros.

Algunas personas cercanas a mí tienen la artritis como compañera diaria. Sus plumas ya no se mueven y sus instrumentos musicales ahora deben permanecer en silencio.

Conozco algo de su mundo. Cuando me duele mucho la espalda, me derrumbo en el suelo mientras las olas de la agonía se abaten sobre mí.

La medicina moderna ha reducido mucho la cantidad de dolor físico en nuestra vida, pero todavía queda mucho. Ahora vivimos mucho más tiempo que en épocas pasadas.

Pero, ¿saben qué?--eso sólo significa que somos frágiles durante más tiempo.

Esto es lo que dice Dios sobre el dolor que usted siente: 

“no menospreció ni abominó la aflicción del afligido” (Salmo 22:24).

En otras palabras, el dolor no significa que usted está siendo castigado. Por el contrario, Dios hará que el dolor obre de alguna manera para sus amorosos propósitos.

Ninguno de sus sufrimientos carece de sentido. Todos ellos juntos serán útiles para un propósito más grande.

Su dolor tendrá límites--no va a durar un minuto más de lo que el Señor ha decretado. 

“Alma mía, en Dios solamente reposa, Porque de él es mi esperanza” (Salmo 62:5).

Mi Cuerpo: Estoy enfermo.

Con toda seguridad, Adán y Eva no tenían ni idea de que su loco experimento iba a terminar tan terriblemente mal.

No habrían podido imaginar que estar desconectado de Dios significaría estar conectado a la diabetes, el VIH, a los accidentes cerebrovasculares y a la insuficiencia cardíaca congestiva.

Ni siquiera podemos ver los virus y bacterias que nos asaltan, nos invaden en silencio, se multiplican perversamente sin hacer ruido, y en el momento en que nos damos cuenta de que algo anda mal, ya se cuentan por millones.

¿Ha tocado su casa alguna enfermedad o malestar?

¿Han sido solo las enfermedades típicas de la infancia--los resfriados, la gripe y la varicela--o ha probado algunas de las enfermedades más desagradables, como el lupus, el autismo, la parálisis cerebral, o el cáncer?

¿Cómo está el paquete de beneficios de su seguro de salud?

¿Tiene seguro dental? ¿Óptico? Jesús tiene, con creces, el mejor plan de salud del universo. “Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios, Él es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias” (Salmo 103:2,3).

El plan de seguro de Jesús tiene dos beneficios principales: el perdón de los pecados, que quita toda razón para que alguno vea nuestras enfermedades como un castigo de Dios, y la curación.

Recuerde siempre esto: la curación sólo viene de Dios. ¿Está usted enfermo? Tranquilícese, Jesús lo va a sanar--ya sea en la tierra o de una vez para siempre en el cielo. Usted gana de cualquier manera.

Mi Cuerpo: Estoy agotado.

Hay dos tipos de cansancio. Un tipo es la forma en que uno se siente después de una sesión de ejercicios aeróbicos vigoroso, o después de largas horas de trabajo para hacer cosas importantes, o para mirar alrededor y ver una casa verdaderamente limpia.

Ese es un cansancio feliz, un cansancio brillante. Los que están felizmente cansados duermen bien.

El otro tipo de cansancio es cuando uno ha estado dando y dando sin ser reconocido, o cuando se da cuenta de que todo el trabajo será en vano, o cuando ha estado muy comprometido, tratando de hacerlo todo, y las semanas de privación del sueño pasan la cuenta, o cuando la enfermedad o las preocupaciones le han impedido tener una buena noche de sueño.

¿Está así en este momento? Si es así, necesita un poco del descanso sabático que viene del Salvador.

Él les promete descanso a todos los que están trabajados y cargados.

¿Qué carga lleva en este momento que sea demasiado pesada para usted? Déjela en él, que comparte con usted el yugo de su vida, usted lo sabe.

Si carga con una culpa, él la perdonará.

Si se siente débil, apóyese en su fuerza.

Si se siente perdido, escuche su voz.

Estas son palabras para su cabeza cuando la ponga en la almohada:

“En paz me acostaré, y asimismo dormiré; Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado” (Salmo 4:8).

Mi Cuerpo: Soy viejo.

 Algunas de las personas que más admiro son las que envejecen con gracia.

Ya sabe lo que quiero decir. Cualquier persona se puede quejar de lo que la edad le hace al cuerpo humano: disminuyen la visión y la audición, falla la memoria, se cae el cabello, se cae la barbilla, se encoge la ropa, etc., etc., etc.

Nadie quiere oír hablar de su cirugía, y en realidad nadie quiere saber cómo se ha vuelto más difícil su vida con la edad.

Lo que necesitamos son ejemplos inspiradores de la manera como usan las personas los sin iguales poderes e ideas que vienen con la madurez para la gloria de Dios.

Necesitamos historias sobre la manera como la gente ha superado las limitaciones físicas para hacer grandes cosas por otras personas.

Les dejaremos a los jóvenes que sean bellos y fuertes; nosotros los viejos sólo queremos ser útiles.

Queremos ser respetados por lo que sacrificamos en beneficio de las próximas dos generaciones.

Nos gustaría que nuestras palabras de sabiduría sean escuchadas, porque nos hemos ganado el derecho a ser escuchados.

Y nos gustaría terminar el trabajo más importante de todos: la transmisión de la fe.

Hoy me comprometo a dejar de quejarme por el envejecimiento. ¿Se unirá a mí?

Tengo muchas cosas importantes que hacer, y usted también. “Aun en la vejez y las canas, oh Dios, no me desampares, Hasta que anuncie tu poder a la posteridad” (Salmo 71:18).

Mi Cuerpo: Me muero.

Empleamos con mucha frecuencia y de manera muy informal las palabras morir y muerto en la conversación de cada día: “Casi me muero de vergüenza”, “Me muero por un chocolate en este momento”, 

“Ese pastel de queso está como para morirse”, “Ese muchacho me va a matar”.

Algunas personas mueren de manera instantánea: en un accidente de tráfico, por un aneurisma, o por un ataque cardiaco masivo.

Sin embargo, los actuarios de seguros le dirán que la mayoría de las personas mueren lentamente y se dan cuenta de la aproximación de la muerte.

¿Está usted preparado para ese momento? ¿Lo aterroriza la muerte? ¿Lo aterroriza el proceso de la agonía?

Uno de los aspectos más reconfortantes de la obra de Cristo por nosotros es que ha pasado por el dolor, la agonía y la muerte antes que nosotros.

No los eliminó de la experiencia humana, los transformó en nuestro regreso a casa.

La transición no tiene ahora ningún terror, ningún aguijón. Nuestro último momento en la tierra se transforma al instante en nuestro primer momento con Jesús.

Estas son palabras de Aquel que pensó que valía la pena morir por usted: “Pero Dios redimirá mi vida del poder del Seol, Porque él me tomará consigo” (Salmo 49:15).

Mi Mente: Estoy tan confundido.

Durante la presidencia de Truman, la sociedad estadounidense reforzó los valores cristianos en mucha mayor medida que en la actualidad.

Heather no tenía dos mamás en 1950; el matrimonio era hasta que la muerte los separe, había que comprobar la infidelidad para obtener el divorcio.

El aborto era ilegal y se consideraba como inmoralidad.

Vivir juntos sin haberse casado se llamaba “concubinato” y las personas buenas no vivían de esa manera.

No existía nada parecido a un legislador o un pastor abiertamente gay.

¿Cómo se puede determinar hoy qué es bueno y qué es malo?

¿Hay algo que se considere como inmoralidad?

¿No existen los absolutos?

¿Es la opinión de cada persona tan válida como la de cualquier otra persona?

¿El cristianismo no es más que una de las muchas filosofías religiosas, todas igualmente interesantes y válidas?

No lo culpo si le parece que nuestra cultura está edificada sobre arenas movedizas. “Si fueren destruidos los fundamentos, ¿Qué ha de hacer el justo?” (Salmo 11:3).

Esta es una fuente de información y autoridad que nunca es obsoleta. En un mundo de confusión, de contradicción, de corrupción y de cambio, hay una fuente de luz constante para llegar a salvo a casa.

“Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino” (Salmo 119:105).

¡SOLO A DIOS SEA LA GLORIA!

Pr. Luis Vargas Fontes -Siervo de Jesucristo-
 
 

 

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Pastor Luis Vargas Fontes pastorluis.vargas3@gmail.com